Definitivamente no puedo concebir la creación y operación de un negocio que no haya sido creado con un propósito muy claro. Este año estoy completando 20 años desde la creación de mi primer negocio y me acuerdo claramente que, cuándo creé mi primera empresa, ni me pasaba por la cabeza la importancia del propósito en la vida de una compañía. En aquella época, mi orientación, alineada con el pensamiento vigente, era la de montar un negocio para ganar dinero, punto.
Lo bueno es que he aprendido la lección muy temprano y aquella mi primera empresa no salió bien, no prosperó y tuve que cerrarla. Y fue a partir de esa experiencia (difícil para mí, en aquella época) que he aprendido una de mis primeras lecciones como emprendedor: un negocio debe tener propósito, debe tener un significado, debe tener alma. Si es así y si usted trabaja correctamente, las chances de obtener un retorno financiero serán mayores.
Además de eso, con la tecnología de información disponible para casi todos, actualmente nuestra sociedad está mucho más informada y, así, más exigente. Las nuevas generaciones llegaron trayendo varios requisitos previos para que una empresa sea admirable. La gente quiere cada vez más compañías responsables socialmente, ambientalmente, con claridad de propósito y, por supuesto, que hagan el bien. Las marcas y los productos son elegidos como consecuencia de eso. Y este posicionamiento, en adelante, estará directamente conectado con la sustentabilidad y longevidad de las empresas.
En este sentido, aquí en Brasil tenemos dentro de nuestro agronegocio un modelo de organización que sirve como ejemplo para todo el mundo y que debería ser un orgullo nacional: las cooperativas. Como la mayoría de ellas nacieron hace algunas décadas, no sé decir se en aquella época ellas tenían conciencia de cuanto el propósito en su creación se convertiría hoy en una de sus grandes fortalezas. Digo eso porque la mayoría fue creada con el propósito de unión, de cooperación, de trabajo conjunto para el bien común y para el desarrollo de los involucrados. O sea, hay un grupo de valores y principios derivados de este propósito que forman la cultura de esas organizaciones y las hace diferenciadas a lo largo de los años. Obviamente que es el trabajo de cada uno de sus asociados que produce riqueza, pero es la cultura que los une.
Los resultados todos los estamos viendo por ahí. En prácticamente todos los cantos de Brasil encontramos historias de éxito y desarrollo en los grupos que tienen como paraguas una organización cooperativista. Particularmente, tengo el honor de conocer y trabajar con decenas de cooperativistas y testimoniar su desarrollo a lo largo de las últimas décadas. Durante este período, todos pasamos por momentos difíciles, en virtud, especialmente, de la volatilidad de nuestro país y de la falta de un gobierno mínimo, pero prácticamente todas están vivas, crecieron, maduraron, se actualizaron y son ejemplos de desarrollo y sustentabilidad.
Los grandes beneficiados de todo eso son el productor y el consumidor. El productor que, junto a sus pares, consigue acceder a la información, tecnologías y costes de insumos, dónde individualmente tendría mucha dificultad para obtenerlos, y como consecuencia, consigue ser más productivo y competitivo. Y el consumidor que recibe productos producidos del campo hasta la industria por medio de las mejores prácticas y materias primas para garantizar la calidad y la seguridad alimentar. Como consecuencia, la guinda del pastel es que, por regla general, los productos son desarrollados por personas felices, buenas y que aman lo que hacen.
Percibo claramente la atmosfera del propósito y la fuerza de la cultura y del alma de esas organizaciones en las relaciones entre las personas. Desde el presidente (que, salvo excepción, es un productor), sus directores, pasando por el cuerpo técnico y los productores, hay esa fuerza que los direcciona para un objetivo único. Por eso ellos saben porque desean crecer y por eso siguen creciendo, felices y unidos.
Fuente:
Artículo de Everton Gubert, fundador y director de Innovación de Agriness, para su columna “Punto de Partida” en la Revista Feed&Food. Publicado en la edición de agosto de 2018.