Queridos amigos, recientemente estuve conversando con una excelente profesional del área de gestión del talento. Pasé casi dos horas escuchando sus relatos, su trayectoria de desarrollo personal y profesional, los retos que encontró a lo largo de su vida, sus logros, y suma y sigue. Entre las muchas cosas que dijo, hubo una frase marcó nuestra conversación por la sabiduría que llevaba dentro: “La forma invalida el contenido”.
¡Guau! Piense en cuando oye algo tan profundo, que tiene tanto sentido que uno se queda mudo, en un silencio ensordecedor. Así me sentí cuando es verdad me invadió y llenó. Durante esos segundos de silencio, una película pasó por mi cabeza con una retrospectiva de toda mi vida profesional, especialmente de mi papel y mi forma de liderar. Cómo me gustaría haber oído esa frase al principio de mi carrera. No sólo eso – yendo más lejos – sino que también me hubiera gustado escucharla cuando era niño para guiarme en mi vida personal.
Recordé lo poco preparado que estaba como líder y cuántos errores debo haber cometido porque no lo supe antes. Cuán inadecuado fui, cuán arrogante por tener razón sobre algo pero perder toda la razón al plantear los argumentos de una manera completamente inapropiada, a menudo dura, áspera, todo en nombre de tener la razón. Y aunque tuviera razón en muchas de las ocasiones, hoy en día estoy seguro de que mis interlocutores no prestaron atención al contenido, sino a la forma torcida e inadecuada en que lo estaban recibiendo.
Mientras desarrollamos nuestro liderazgo y nos volvemos mejores, en muchos episodios somos tragados por nuestro ego, por nuestra arrogancia, aunque no nos demos cuenta de ello. Recuerdo algunos episodios en los que los liderados hicieron algo equivocado, metieron la pata y yo, con toda la razón del mundo perdí toda la razón del mundo, porque los regañé mal.
También recuerdo las reuniones que tuve con el propósito de comunicar un mensaje de alineación a todo el equipo, transmitiendo algo súper positivo y profundo, pero me dejé llevar por la tentación de darle un pinchazo a cierta persona y, debido a la forma en que me conduje, acabé dándole un pinchazo a todo el equipo que en su mayoría no merecía oír aquello.
Sin duda, todos estos episodios sirvieron para mi desarrollo para que sea lo que soy hoy y para mejorar mi forma de liderar. Pero después de escuchar esa enseñanza, confieso que realmente me gustaría volver atrás en el tiempo y hacer diferente algunas cosas. Como esto no es posible, lo que he estado haciendo es practicar de la mejor manera posible lo que aprendí y compartir con ustedes este conocimiento sencillo pero muy profundo para ejercer un liderazgo más asertivo.
Una de las principales herramientas del liderazgo es la comunicación. Para que usted pueda alinear su equipo con un propósito, mostrar un camino, una orientación, transmitir un valor y sobre todo desarrollar lo mejor de las personas (misión número uno de un líder inspirador), es esencial saber cómo comunicarse – o mejor dicho, cómo usar la forma correcta de comunicación. Todo esto porque la gente olvidará lo que usted ha dicho, olvidará lo que ha hecho, pero no olvidará lo que le hizo sentir. La forma en que usted se comunica tiene que ver con el sentimiento que dejará marcado.
Fuente:
Artículo de Everton Gubert, CEO de Agriness, para su columna “Punto de Partida” en la Revista Feed&Food. Publicado en la edición de diciembre de 2019.