Queridos amigos, una de las palabras que describe muy bien el espíritu de la época en que vivimos es, velocidad. La tecnología y el proceso de digitalización de prácticamente todo lo que nos rodea han transformado nuestro mundo y acelerado las cosas de tal manera, que incluso nuestro comportamiento se ha visto afectado.
Tuve la suerte de ver el comienzo de todo este cambio y empecé a observar estas transformaciones desde 1994, cuando entré a la facultad. Fue allí, en la Universidad Federal de Santa Catarina, donde conocí y tuve el primer contacto con una de las tecnologías más transformadoras jamás creada por el hombre: Internet. Como no había forma de acceder a este nuevo mundo fuera de las universidades, centros de investigación y agencias gubernamentales, casi nadie conocía el poder de transformación de esta tecnología y mucho menos tenía idea de que se iba a convertir en el camino que nos llevaría al mundo moderno, el futuro que vivimos hoy. Sí, ya estamos en el futuro (que imaginamos hace años).
Internet sólo empezó a estar disponible para uso comercial en 1998. Para los que aún lo recuerdan, para acceder a la web era necesario tener una línea telefónica (porque la conexión se hacía por teléfono, la llamada a Internet se marcaba). El módem, que establecía la conexión a Internet, hacía un ruido al conectarse y a menudo tardaba más de un minuto en liberar el acceso.
Después de la llegada de la banda ancha, la forma de conexión cambió completamente hasta la que tenemos hoy. Ahora todo lo que tenemos que hacer es prender la computadora o desbloquear el móvil y estamos conectados al instante: tenemos el mundo al alcance de la mano. Miles de aplicaciones nos ayudan a hacer casi cualquier cosa y todo en tiempo real: comprar comida, libros, teléfonos móviles, entradas de cine, espectáculos, servicios, escuchar cualquier tipo de música, ver películas, hablar a distancia por videoconferencia con cualquier persona del planeta, acceder a las redes sociales, leer noticias, ver el pronóstico del tiempo, hacer transacciones bancarias, en fin…
Nos estamos acostumbrando tanto a todo esto que basta que falte Internet para que también nuestro humor desaparezca, ¿verdad? Internet se ha vuelto tan esencial como la luz (aunque conozco a muchos que piensan que Internet es más importante que la luz). El teléfono celular se ha convertido en parte de nuestro cuerpo. Hace algunos días, el mío se cayó al agua y estuve desconectado del mundo durante tres largos inviernos, quiero decir, días.
No es diferente en el mundo de los negocios. La conexión entre computadoras a través de Internet ha permitido una revolución sin precedentes en los procesos de producción y gestión. La innovación se ha convertido en un mantra en las empresas y cada día surgen nuevas soluciones, nuevas empresas que crean más y más facilidades para nuestra vida cotidiana. Estamos cada vez más conectados, interconectados e interdependientes.
Y aunque el agronegocio sigue siendo visto por algunos como un sector conservador y tradicional, la revolución tecnológica que ya se está produciendo en este ámbito es impresionante. Hay miles de AgTechs (así se denominan las empresas de tecnología con soluciones para la agroindustria) en el mundo, que ofrecen soluciones para ayudar al hombre de campo a producir más y mejor. Hay sensores distribuidos en millones de hectáreas de tierra, monitoreando las condiciones del suelo y el clima en tiempo real, 24 horas al día, 7 días a la semana. Los sistemas de gestión de la producción, los chips de identificación y los diversos tipos de robots están transformando la producción animal.
Creo que podemos decir entonces que, en términos de tecnología, ya tenemos todo lo que necesitamos para vivir en tiempo real. Pero entonces, frente a todos estos cambios que han transformado nuestra relación con el mundo, ¿cuáles son los verdaderos desafíos que todavía tenemos por delante? Necesitamos entender y aprovechar los beneficios del cambio, adaptando y ajustando nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Tenemos que estar preparados para el nuevo futuro, el que aún está por venir. Sabiendo aprovechar todo lo que la transformación digital todavía nos traerá, estaremos preparados para cada vez más ser capaces de convertir las oportunidades en productividad, rentabilidad y, lo que es más importante, en logros.
Fuente:
Artículo de Everton Gubert, CEO de Agriness, para su columna “Punto de Partida” en la Revista Feed&Food. Publicado en la edición de febrero de 2020.